B.T.A.S. #09: “Be a Clown” - Las "Bromas" De Un Niño Que Nunca Creció




En anteriores capítulos, El Joker cumplía su función en términos de respetar la esencia básica del personaje, pero fracasaba al imponer un sentido de bidimensionalidad en comparación con otros villanos, que albergaban más contenido psicológico (EJ: Man-Bat o Poison Ivy). Por suerte para el espectador, parece que los escritores se pusieron las pilas en su tercera aparición, y debemos darle las gracias a Ted Pedersen y a Steve Hayes, que escribieron el episodio.

Todo comienza con una juguetona pero peligrosa declaración del Joker, quien le ha declarado la guerra al alcalde Hill (de quien hablaremos después) después de que este dijera que tanto él como Batman son la misma clase de calaña que está arruinando Gotham City desde dentro, arruinando cualquier posibilidad de prosperidad social presentada por el mismo alcalde. ¿Y qué piensa hacer el payaso al respecto? ¿Secuestrarlo y anunciarlo por televisión? ¿Inundar su casa con gas de la risa y robarle sus costosas pertenencias? Pues no exactamente. Verá usted, en esta ocasión, las intenciones del Joker son más explosivas que de costumbre, ya que planea infiltrarse en el cumpleaños de su hijo y hacer volar por los aires tanto al alcalde como a un montón de políticos importantes que se han dejado caer por allí (“Obligados” por el alcalde, que trata de lavar su imagen y aumentar su popularidad, aunque esto entre en conflicto con su hijo).

Es así como conocemos a Jordan, un pequeño aspirante a mago que guarda un parecido más que razonable con nuestro príncipe payaso del crimen, y que termina admirando al Joker y a sus ocurrentes bromas. Bueno, más bien de “Jekko El Magnífico”, que es un disfraz de tapadera “improvisado” que el criminal utiliza para “no llamar la atención”. Y bueno, notamos que, para Jordan, “Jekko” es lo que desearía que fuese su padre: Un tío guay con varios trucos bajo la manga. Pero en cambio, lo único que tiene como padre es un político obsesionado con la popularidad, y que no empezará a amar a su hijo una vez haya desaparecido. Porque Jordan, el pequeño travieso, se ocultó en la furgoneta de “Jekko” para poder ir a su casa y convertirse en un gran payaso/mago, como él. Lo que Jordan ignora es que “Jekko” es, obviamente, El Joker, y que este estuvo a punto de asesinar a su padre y sus colegas de no haber sido por la oportuna interrupción de Bruce Wayne, que se deshizo de la bomba mucho más rápido que en el 66.

Esto pilla por sorpresa al Joker, ya que no entraba en su plan el hacerse con el crío. Pero dado que lo de su truco explosivo fue un fracaso, y que la policía anda buscando al renacuajo, al final decide darle la bienvenida al chico, dando paso al ingrediente narrativo que los otros episodios del payaso carecían: Corrupción. De momento, sabemos que Batman y El Joker tienen una “historia”, pero jamás hemos comprendido por qué, en este universo, Batman se toma tan en serio a esta versión del personaje. Que sí, es un genio criminal y sus maquinaciones pueden resultar mortales, pero en comparación con El Espantapájaros o Man-Bat, este Joker era más un villano de la Silver Age.

No es sino hasta cuando conoce a Jordan que nos damos cuenta de cuán malicioso y depravado puede llegar a ser este Joker, quien básicamente es la ejemplificación humana de la corrupción de la inocencia. Durante todo el episodio, Joker trata de enseñarle trucos mortales al chico, y le obliga a presenciar sus intentos de asesinato con Batman, camuflados en simpáticos y/o coloridos trucos de magia que, en otras circunstancias, habrían sido impresionantes, pero que aquí, son pura maldad. Este Joker es un asesino psicótico disfrazado de payaso colorido. Como debe ser.




Ya lo he dicho varias veces, pero durante esta época, solía describirse al Joker como esa clase de persona que encuentras en un bar y es capaz de invitarte a una copa, pero si le das la espalda, también podría arrojarte a una piscina llena de víboras. De ahí procede su toque impredecible, ese del que tantos se jactan que posee el personaje: Joker recluta a Jordan a su lado porque le encanta la idea de distorsionar su pasión inocente, que es la magia. Le apasiona la idea de tener a un niño como testigo a la hora de provocar que Batman esté ahogándose en un tanque de agua, supuestamente sin escapatoria alguna. Y es un enfoque muy sádico y perfecto para un Show de este calibre ya que, al tirar por allí, estamos ante una clase de villano al estilo de Freezer.

Para que se haga una idea, Freezer era un personaje unidimensional que no sufrió evolución alguna en “Dragon Ball” (El Manga Original) más allá de sentir auténtico pavor cuando Son Goku, el Super Sayajin Legendario, le dio su merecido. Sin embargo, toda la historia, y las acciones cometidas a través de esta (La Muerte de Vegeta, El Ataque de Ginyu, La Destrucción de Namek, La Transformación de Goku, etc.) eran provocadas por él, directa o indirectamente. Sin Freezer, no existiría el Super Sayajin, o la destrucción de Namek, o la Saga de Namek en un todo. Es un antagonista unidimensional, pero que destaca gracias a la influencia narrativa que desprende hacia todos aquellos que lo rodean. Y en eso se está convirtiendo El Joker en este episodio.

Es la fórmula que mejor le sienta, si se quiere evadir el indagar en su origen o una justificación para su forma de ser. Teniendo sus tretas en cuenta, podemos comprender por qué Batman se lo toma tan en serio, y nuestra visión del personaje cambia por completo, pues ahora ya no es un simple bromista malvado que desea llamar la atención o robar piedras preciosas. Ahora estamos lidiando con un hombre que, por una simple crítica a su persona, sería capaz de cometer acciones terribles disfrazadas de confeti y artilugios de juguete. Y todo porque criticaron su persona.

Y luego existe el contraste con Batman y el alcalde, que son las figuras autoritarias de la obra. Unos “aguafiestas” que, supuestamente, quieren arruinar toda la diversión y llevar a cabo una rutina aburrida y apagada, cuando irónicamente son quienes buscan lo mejor para Jordan, o para Gotham City en un todo. Básicamente, son adultos responsables. El Joker es lo que pasaría si Peter Pan tuviera el cuerpo de un adulto y fuera una diva de la atención psicótica que disfraza sus crueles intenciones con palomitas de maíz y parques de atracciones (Que, no en vano, su guarida en este episodio es un parque de atracciones abandonado también). Incluso sus armas están elaboradas a modo de cachondeo. Desde una barra de dinamita que pasa como vela de cumpleaños, hasta unos bebés de juguete que en realidad son granadas, como en “The Dark Knight Returns”, conforman el repertorio de “juguetes” del príncipe payaso del crimen.

Es un episodio bastante infravalorado en comparación a otros ya comentados, o futuras apariciones del payaso, ya que aquí somos testigos de la evolución narrativa del antagonista, y como tal vez sus escritores han empezado a dar con una forma para lidiar con él de modo que no resulte colapsado por el resto de villanos que lo rodean (Que, a diferencia de él, poseen más desarrollo o un perfil psicológico más impecable). Mucho mejor que el episodio anterior, pero sin igualar la intensidad de “Pretty Poison” o la semi perfección de “Nothing To Fear”.

Tampoco le ayuda que el episodio siguiente venga a marcar un antes y un después en la historia de la serie, ya que será uno de esos tantos capítulos que vendrá a demostrarnos cuán perfecto puede llegar a ser el Show si se planean y ejecutan las cosas bien. Y, más adelante, El Joker estará en esa misma posición, pero todavía es muy pronto para hablar de eso.

Comentarios

  1. ''Prepárate para mi bati magia''

    La mejor batifrase del batiespisodio. xd

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    1. Si sacas ese diálogo fuera de contexto y lo escuchas con ojos cerrados, parece el principio de una porno, pero una muy épica.

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