Tenía que ocurrir.
Después de introducir a Man-Bat, y establecer la tonalidad y estilo de
esta serie animada, sería cuestión de tiempo para que los escritores (o sus
superiores) hallasen una forma de introducir al Joker entre los
personajes de este nuevo y elegante universo. Sin embargo, dicha decisión
provocó cierto conflicto entre los fanáticos ya que, según muchos, este es uno
de los episodios más blandos del Show. Y no es verdad. No del todo, al
menos.
El argumento es
sencillo: El Joker ha escapado de Arkham Asylum en plena nochebuena, y Batman
deberá encontrarlo y detenerlo, con la ayuda de Robin. A primera vista, estamos
ante una premisa que palidece en comparación al episodio anterior, y es
fácil averiguar por qué: Si el argumento pasado giraba en torno a una
investigación antinatural que mancillaba el buen nombre de Batman, este
manuscrito se concentra exclusivamente en la acción y la adrenalina,
los combates físicos y los “One-Liners”, etc; Y luego tenemos al Joker,
interpretado por Mark Hamill. Hablemos de él.
Esta
interpretación temprana del payaso es la viva demostración de que Roma no se
construyó en 1 día. Paul Dini y el resto del equipo querían escribir algo con
él, pero no sabían exactamente el qué. Comprendían al personaje, pero
les faltaba “algo” que llamase la atención, ese “tic” tan
especial que convertía al Joker en El Joker. Y creo que, en un
intento de hallar la perfección, no se habían dado cuenta de que ya tenían una buena
adaptación entre manos. Carente de objetivo por desgracia, pero no menos
interesante o gratificante.
La participación
de Robin sirve exclusivamente para demostrarlo. Sí, él está presente para ayudar
a Batman y escupir algún que otro diálogo ingenioso, pero también representa la
viva imagen del espectador por aquel entonces: Un seguidor acérrimo del
murciélago, pero que no puede comprender por qué malgasta toda su
Navidad en patrullar Gotham City hasta por debajo de las piedras, en busca de algún
rastro de crimen o violencia. Y es que Batman, en cierto sentido, representa
a los escritores de la serie, mucho más expertos en el seguimiento del
personaje. Es como si ellos hubieran visto cosas que nosotros no (Lógicamente),
y esa es la impresión que producen las interacciones entre Batman y Robin
cuando tratan sobre El Joker: Queda remotamente claro que héroe y villano ya
han luchado con anterioridad, pero se deja al aire la gravedad de dichos
enfrentamientos, o cuán peligroso es realmente esta adaptación del bufón.
“Con El Joker nunca
hay nada fácil”, declara
un Batman intranquilo pero decidido. Las intenciones del payaso son simples: Arruinar
la Navidad a su peculiar y destructiva manera. Para ello, secuestra a tres “celebridades”
de la ciudad y las “tortura” en directo a través de la televisión. Todo
con tal de llamar la atención de Batman y amargarle las fiestas. Y es
que el Joker está ahí, el único problema es que, comparado con Man-Bat, Joker
no es un villano que presente cosas profundas sobre la mesa (aún).
Lo único que sabemos de él es que es un Hijo de la Gran Puta que disfruta
con el sufrimiento ajeno, y que sería capaz de atemorizar una ciudad entera con
tal de llamar la atención de una sola persona (Para después gastarle una broma
pesada). Y lo hace con una sonrisa en la cara, porque le resulta hilarante. ¿Y
no representa todo esto al Joker en un todo? Destaca particularmente su egocentrismo,
representado visualmente con la decoración de su guarida, abrazando la temática
de payaso y la de su propia persona. Este Joker es un niñato atrapado en
el cuerpo de un adulto, que se dedica a aplastar castillos de arena por que le divierte.
El guion también
se toma la libertad de profundizar un poco en Batman y Robin como seres
humanos. El segundo no deja de ser un adolescente que quiere disfrutar de
la Navidad, mientras que el primero está demasiado obsesionado con su trabajo
como para darse cuenta de que la vida es maravillosa (Bueno, no la suya, como
descubriremos en el tercer episodio). Y es algo que agradezco mucho, y
un aspecto que no habíamos visto en el anterior episodio: Que los protagonistas
(o antagonistas) interactúen con la vida que les rodea como si fueran personas
normales, aunque en cierto grado no lo sean. Es una decisión creativa que me
recuerda mucho al espíritu del Show de Adam West por los 60, donde Bruce y Grayson
siempre aparecían haciendo algo, o visitando un lugar, etc.
Pero que la
tonalidad “liviana” del episodio no os engañe: Lo que provoca el Joker
no deja de ser una salvajada, atentando contra la vida de miles de
personas por un capricho. En menos de 20 minutos, hemos presenciado a un
payaso que amenaza con asesinar al Comisario de Policía de la ciudad, que trata
de descarrilar un tren repleto de pasajeros, y que dispara cañonazos al azar
ante una ciudad indefensa y repleta de ciudadanos (Derribando un puente de
salida en el proceso). Sí, todo es “Ha Ha” y “Ho Ho”, pero una
vez analizas detenidamente lo que está ocurriendo en pantalla, este Joker es
igual o más peligroso que el de Nicholson, quizás un poco más loco también.
De hecho, la idea original era presentar una trama más alineada hacia el humor
negro, con una maquinación más malvada y turbia por parte del Joker,
amenazando abiertamente que, si Batman no lo encuentra antes de medianoche, asesinará
a todos sus rehenes en directo. Pero claro, este producto no deja de ser un show
animado para niños, y Warner trató de frenarles un poco. Como consecuencia,
tuvieron que reducir la tonalidad del evento, aunque Bruce Timm y compañía
garantizan que la base y principios del episodio permanecen intactos (Y les
creo).
Creo que a la
larga eso les ha beneficiado más. Últimamente, me desagrada la idea de que
Joker sea un asesino de masas con más de medio millón de víctimas a sus
espaldas ya que, al tirar por ese rumbo, provocas que Batman luzca como un completo
imbécil cuando este decide enviarlo a Arkham y ver cómo el payaso se
fuga y repite la jugada otra vez. Es todo cuestión de equilibrio narrativo,
y en parte, debemos estar agradecidos a esta clase de “censura”, porque
así la moral de Batman nos resulta lógica y admirable: Joker es un
cabrón, pero está enfermo. Es tan peligroso para cualquiera como para sí mismo
(Por ejemplo, al final del capítulo casi acaba con su propia vida por
accidente), y Batman siempre deberá estar ahí para detenerlo y salvarlo,
porque como ya dije en la entrada anterior, eso es lo que hace: Ayudar al
indefenso, y desear que incluso sus rivales tengan un futuro digno y
decente (Incluso El Joker). Es una clase de heroicidad que ya no se ve
mucho hoy en día, ya que o Batman es demasiado violento, o Joker es demasiado
sanguinario.
Pero las cosas no
eran así en esta serie animada. Además de tratar al espectador como a un adulto
(Siendo que eran niños o adolescentes por aquel entonces), también se sitúa
a estos personajes en escenarios equilibrados que permitan explotar sus
personalidades y características al máximo y a la perfección, de forma creíble,
además. Sí, Joker amenaza con dar por culo a toda una ciudad (Porque es así de malo),
y Batman siempre estará allí para superar cualquier adversidad e impedir
cualquier crimen por su mano (Porque es así de bueno).
Deberian haber mas personas como usted.
ResponderEliminarMás y mejores que yo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Existe algun otro especial navideño tan o más oscuro?
ResponderEliminarSeguramente más de uno, pero dentro de la serie creo que no. Tienes "Batman Returns", pero no sé si cuenta.
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